Caminando por la Desembocadura del Guadalhorce y la playa de Arraijanal en Churriana, observo unas expresiones artísticas con material allí encontrado que llaman mi atención. Las fotografío pues son bellas en su sencillez. En los días siguientes veo que algunas ya han desaparecido, pero hay otras nuevas, distintas. No veo a los autores, pero las obras siguen a surgiendo.
Me digo que tengo que investigar sobre el asunto, ¿por qué alguien dedica su tiempo a crear algo que es tan efímero y que suscita emociones, quizás historias, en aquellos que lo observan con interés?
Navego por Internet buscando respuestas y doy con una clase de arte que lo explica todo.
El arte efímero —término elegido por mí—, Land art, Earth art o Earthwork —términos ingleses—, es una corriente de arte actual que utiliza elementos de la Naturaleza para crear arte.
Esta corriente artística comenzó en los años sesenta del pasado siglo, años de revoluciones sociales en occidente, en la exposición grupal Earthworks en la Dwan Gallery de Nueva York.
Las obras son una mezcla entre escultura y arquitectura, donde el paisaje juega un papel determinante. Suelen estar al aire libre, por lo que su durabilidad es muy limitada. Suelen crearse cuando el artista puede actuar sin ser observado, es decir, en soledad.
Las primeras obras se realizaron en paisajes desérticos en el oeste de los Estados Unidos. Su objetivo es alterar el paisaje con sentido artístico para evocar sensaciones en las personas que lo observan. Esta corriente quiere expresar la estrecha relación entre La Tierra y el ser humano, y la importancia de la actuación de éste sobre ella. Y con este movimiento subyace un nuevo modo de vida.
Esta tendencia surge entre los artistas más jóvenes, que renuncian a la construcción de objetos durables en favor de la creación de experiencias artísticas. La sociedad moderna impone un modo de vida cambiante, en el que nada perdura. Cambian los gustos, cambian los estilos, los logros personales no pueden convertirse en duraderos porque todo envejece y caduca con rapidez.
Ante este panorama cuyo interés es el consumismo se tiende a sustituir los valores de lo eterno por la gratificación instantánea y la felicidad individual. El síndrome consumista ha devaluado a la duración y ensalzado la fugacidad: “Nada nace para vivir mucho tiempo y nada muere de manera definitiva.”1
Hoy día dentro de esta corriente progresista, es difícil perseguir modelos de perfección, pues el arte no va enfocado a la eternidad, sino en expresiones efímeras, performances, happenings…
El concepto de exposición cambia, ya que “Los museos que desean apoyar los esfuerzos de los artistas tendrán que pensar en incrementar el respaldo de proyectos en lugar de adquirir objetos artísticos o programar exhibiciones convencionales”.2
Artistas en esta línea son: Ha Schult, Olafur Eliasson, Nancy Holt, Richard Long, Andy Goldsworthy, Christo y Jeanne Claude