Correo del Sur 'Málaga un cielo de fiesta popular'

Por Isabel León Ramos

Portada del libro Correo del Sur
Portada del libro “Correo del Sur”

La genialidad de Antoine Saint Exupéry es su pasión por la vida pendida en los cielos, desde su avión, en una búsqueda constante de su existencia, de su libertad, de su expresión; de esa felicidad que rozaba a través de sus alas y que disfrutó en su infancia, entre las conquistas en sus rutas en la línea aeropostal, en la que el correo se cuidaba y era más preciado que la propia vida, según preconizaba la compañía aérea Latécoére en la cual él ejercía como un joven piloto, con espíritu quijotesco donde las aspas de molino son sus alas, su afán de abrir nuevas rutas a donde poder llegar el correo, atravesando riscos, montanas, cielos, nubes, luchando a golpe de espada con la inclemencias del tiempo y en la oscuras y pardas noches, en la soledad de su avión, con el simple ruido del motor y sus hélices satisface sus pensamientos más personales y recónditos. Recuérdelo: Por debajo de los mares de las nubes está la eternidad.

Es en tierra, el lugar donde las sombras cobran forma, los pasos se hacen pesados, oscuros, sólidos, a veces incomprensibles para sus pulsiones, sus deseos, sus anhelos; es en la infancia el lugar que encuentra como refugio y es en el cielo, en la noche de estrellas donde haya su morada, su lugar de escape en el que logra su huida hacia delante de un mundo de hombres-islas, aislados y enrocados en su roca, en una profunda e inexplicable soledad como queda manifiesto en su primer libro Correo del Sur y en sus obras literarias.

En Saint Exupéry conviven dualidades recurrentes que configuran todo un universo privado en el que queda reflejado sus pensamientos, sus palabras, sus frases, conformando todo un relato en el que por implosión surge desde su interior paradojas, aparentes contradicciones, subterfugios emocionales que se manifiestan y se hacen visibles ya en Correo del Sur y como un caudaloso rio, inundó toda su producción literaria desde el Eros, canto a la vida como desde el Tanatos la muerte, desde su sexualidad al amor de su mujer, Consuelo. En su continua e incansable demanda de libertad y seguridad en su morada, de piloto en los cielos y escritor en territorios, de evocar al adulto y de soñar con el infante, de ver el miedo y de abrazar la acción, de ordenar en las nubes y enredar en la tierra en el desorden, de huir del determinismo y encontrarse como predicciones anunciadas de los destinos ligados al de sus personajes, en las que el autor se predestina a compartir su desenlace con ellos.

La aventura impulsa su realidad, su narrativa, sus pilotos protagonistas, su Principito acompañado de la soledad que tanto admiraba y encontró de forma significativa, dejando una huella en su destino como jefe de la base aérea de Cabo Judy, en la zona meridional del protectorado español de Marruecos, con una estancia de dieciocho meses en íntima relación con el desierto del Sahara. Realiza peligrosas misiones de rescate, de este tiempo deja escrito ni siquiera un silencio se parece a otro, es aquí donde comienza a escribir sobre su protagonista de Correo del Sur, Jacques Bernis sale en una difícil misión de rescate, siendo un piloto novel en la aviación civil, con unas series de peripecias en la entrega del correo desde Francia cruzando España con destino final en el desierto del Sahara. Recuerda a Saint Exupéry en sus comienzos, es su carta de presentación, un personaje resuelto a pesar de las inclemencias y adversidades, ser piloto pionero era todo lo que quería, como su autor. Saint Exupéry escribe desde sus experiencias en el correo aéreo fundiendo sus palabras en un crisol de sus recuerdos e incidencias de sus múltiples y azarosos vuelos. Un iniciador y explorador, forma parte de la épica de la aviación y a su vez es un precursor en testimoniar en sus escritos sobre los pioneros y la epopeya de la gran historia de la aviación. Su entrañable aportación es dar a conocer estos momentos que cambiaron la comunicación, acercaron las distancias, acortaron los tiempos y ayudaron al bien común desde el correo aeropostal.

Sorprendentemente nuestra tierra, Málaga y Churriana, formaron parte de uno de sus lugares en el que tuvo su habitación y descanso como piloto de la línea Latécoére en La Fonda-Casa Ramón, en el año 1926, actualmente llamada Fonda del Sol; tenía veintiséis años a su llegada, en el 1929 se publica Correo del Sur. Hemos Llegado a formar parte de su reminiscencia experiencial y afectiva como queda manifiesto en sus citas, por lo que cuando abres su libro introduce en sus inicios un lenguaje poético exquisito Un cielo puro como el agua bañaba las estrellas, desvelándolas. Después venía la noche.

Alterna con otro tipo de lenguaje, propio del devenir circunstancial del oficio de piloto. Benis, franquearás España con la tranquilidad de un propietario. Te abrirás paso a codazos, con desenvoltura, entre las tormentas de Barcelona, Valencia, Gibraltar, traídas hacia ti en las vísperas de su primer correo.

Con miedo, saliendo Benis de una aparente ventura, descubre a Málaga, en su vuelo en un cielo azul, un mar azul tan luminoso como el reflejo de luz en un perfecto cristal tallado, fundiéndolos en un azulado único en el horizonte.

Aquí el cielo es claro. Se cumple la predicción del tiempo. La cuarta parte del cielo cubierto de cirro. Un cielo de fiesta popular: sí. Un cielo de 14 de Julio. Había que decir: En Málaga es día festivo. Cada habitante posee diez mil metros de cielo puro sobre él.

Es un regalo la especial mención de Málaga en el Correo del Sur, su paralelismo en la asociación de nuestro cielo de fiesta popular de 14 de Julio, fecha de la Fiesta Nacional Francesa en su país natal; motivo de celebración y júbilo en sus festejos con bailes y fuegos artificiales conmemorando el día de la toma de la Bastilla de 1789, en una jornada de intervención del pueblo francés representando la conquista de la libertad, tan valorada por Saint Exupéry.

Considera a los malagueños propietarios de un patrimonio bastante generoso, que nos hace ser ricos en cielo puro y paisajes, matizando diez mil metros sobre cada habitante, imponente cifra que nos convierte en cieloteniente, donde la vista ya no alcanza contabilizar cada una de nuestras nubes y de nuestros cirros.

Málaga es paso obligado desde Europa a África, partiendo desde Toulouse, Barcelona, Alicante y Málaga, es el último destino de España, pasando al continente Africano por Tánger, Larache, Casablanca, Agadir, Nuadibú, Saint Luis, Dakar y el destino final el Sahara que guarda su misterio para sí, como él mismo manifiesta. En un paisaje movedizo y cambiante como la cara del mar, poblado de estrellas, con un silencio que se hace presente. África me pertenecía.

Saint Exupéry puso en valor nuestra tierra, Málaga y Churriana, con su presencia, con su estancia como Antonio el francés, así lo conocían y lo llamaban en su lugar de descanso, en la Fonda -Casa Ramón, en la que se hospedaba, en donde disponía de su habitación de piloto. Qué dulzura irradia hoy esta lámpara de la que mana una luz de aceite. Ese chorro de aceite que trae la calma en el mar. Fuera arreciaba el viento. Esta habitación era un islote en el mundo, como un albergue de marinos. Habitación de piloto, albergue incierto, a menudo debías reconstruirte. La compañía nos avisaba la noche anterior: Se ha designado al piloto X en SenegalLa noche antes había que librarse de las ataduras, cerrar cajas, despojarse de la habitación, de sus fotos, de sus libros y dejarla tras de sí, con menor rastro que el de un fantasma.

Las estrellas han querido que seamos parte de su existencia, de sus aventuras, de sus emociones que han constituido su fuente de inspiración. Su habitación en Churriana, lugar de refugio, su albergue en el que poder componer su deconstrucción, en la que sus referentes toman visibilidad y forma, aunque en la partida no queda rastro físico a su paso, quedando las sensaciones, las vivencias, los miedos y esperanzas integrados en su historia ontogénica, en su hermenéutica, en sus recuerdos.

Málaga, 22 de octubre de 2021