Historia y claves del Sitio de los Dólmenes de Antequera

Por Javier Coca

Fotografía del autor
Fotografía del autor

El 15 de julio de 2016 se culminó un largo proceso que comenzó a principios del siglo XX, con las primeras excavaciones arqueológicas e investigaciones sistemáticas del Sitio de los Dólmenes de Antequera. Ese día, muy lejos de tierras andaluzas, en Estambul, fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco, gracias a la singularidad de las construcciones megalíticas que habitan su fértil vega desde hace unos 6.000 años.

El Sitio de los Dólmenes de Antequera está compuesto por tres monumentos megalíticos: el dolmen de Menga, el de Viera y el tholos del Romeral, y por dos monumentos naturales: La Peña de los Enamorados y El Torcal de Antequera. El término megalitismo procede de las palabras griegas mega (μεγας) grande y lithos (λιθος), piedra y nos habla del movimiento de grandes piedras. Contrariamente a lo que se puede pensar, no es un fenómeno circunscrito a la prehistoria, ya que nos lo encontramos presente desde el Neolítico hasta nuestros días, donde nos encontramos estos movimientos de grandes piedras realizados por culturas aborígenes hasta finales del siglo XX. También es universal, ya que, aunque determinados autores lo circunscriben al Mediterráneo occidental y la Europa atlántica, este fenómeno se produce en los cincos continentes, como podemos atestiguar en la remota Isla de Pascua, con sus impresionantes Moais. Pero lo más relevante, y la clave que hace que sea un punto de inflexión para la humanidad, es que tras miles de años en perfecta comunión con la naturaleza, fue la primera vez que se intervino de manera permanentemente en ella, llegando a modificar su fisionomía, contando con multitud de ejemplos milenarios que han llegado a nuestros días.

Cartel de la exposición Cosmovisión
Cartel de la exposición Cosmovisión

El dolmen de Menga se ha conocido desde siempre. Nunca permaneció oculto y ha tenido los más variados usos en su dilatada historia, hasta la compra por el rey Alfonso XII en 1886 para incorporarlo al rico patrimonio nacional. Es justamente en el siglo XIX cuando, podríamos decir, se produce un redescubrimiento del Sitio, despertando el interés de científicos e intelectuales que ha perdurado hasta nuestros días.

A finales del siglo XIX se planifica la construcción del primer museo justo al lado de Menga, propuesta que, afortunadamente, no se llevó a cabo. Más de un siglo después, en 2022, se inaugura el Museo del Sitio de los Dólmenes de Antequera, dando cuenta de los compromisos contraídos con la Unesco para mostrar el valor excepcional que le hizo merecedor de tan importante reconocimiento en 2016.

Museo del Sitio de los Dólmenes de Antequera
Museo del Sitio de los Dólmenes de Antequera

En el vestíbulo la muestra “Cosmovisión del Sitio de los Dólmenes de Antequera“ recibe al visitante. Es una de las primeras exposiciones permanentes del Museo, comisariada por Bartolomé Ruiz y Aurora Villalobos. En ella se dan las CLAVES necesarias para entender el Sitio y su excepcionalidad. Un busto de Michael Hoskin, sobre una icónica rosa de los vientos, articula todo el espacio. Arqueastrónomo y profesor británico, estudió las orientaciones de unos 3000 megalitos de la cuenca del mediterráneo y constató la excepcionalidad de las orientaciones del dolmen de Menga y del Tholos del Romeral, conectando sus ejes con objetivos terrestres, mientras que la orientación canónica es celeste, normalmente hacia la salida del sol en los equinoccios de otoño y primavera. 3 muebles, con un diseño muy particular permiten albergar en su interior un número reducido de personas y sirven, a su vez, de expositores de piezas muy significativas en el discurso que nos ocupa. Representan los 2 dólmenes y el tholos con sus particulares orientaciones marcadas en el suelo y en el techo de esta sala. El estudio de arquitectura de Antonio Campos Alcaide ha concebido este diseño que permite interactuar con el visitante y sumergirse en una experiencia sensorial compleja, con mucha información visual y audio en diferentes idiomas.

Espacio de la muestra Cosmovisión
Espacio de la muestra Cosmovisión

Finalmente un gran panel de 3,20 X 10,70 metros acoge 24 fotografías que constituyen un complejo mosaico compuesto por tres hileras de imágenes que nos dan las claves del Sitio. Los últimos años me ha ocupado la búsqueda de las fotografías que visualizasen toda la investigación teórica previa. En ocasiones, el dia, la hora y el lugar exacto de la toma estaba prefijado por los milenarios monumentos y sus orientaciones, para así captar, por ejemplo, el sol equinoccial de primavera y otoño en el preciso instante que baña con su luz el pasillo de Viera hasta acariciar la cámara funeraria del fondo del monumento. No obstante, la estética ha tenido también un papel primordial en la concepción de cada toma.

Panel del fotografías
Panel de fotografías

Para configurar el panel, la base está dedicada a Menga y a su orientación terrestre a la Peña de los Enamorados. Encima de ésta están las que giran en torno a Viera y a su orientación celeste, mostrando los solsticios y equinoccios. Por último, la fila superior se centra en el tholos de El Romeral y su orientación, también terrestre, al Torcal. Las imágenes, además, entablan un diálogo necesario con la instalación, que ocupa el mismo espacio del hall del museo y que establece las relaciones visuales, espaciales y culturales que generan la construcción y orientación de cada monumento megalítico.

Otra vista del panel de fotografías
Otra vista del panel de fotografías

Menga está orientada al “gigante durmiente”, como calificó Hoskin a la montaña antromorfa a la que dirige su mirada el eje del dolmen, una particularidad que lo hace único, al no regirse por los astros y sus movimientos en las distintas estaciones del año, como es lo habitual en la inmensa mayoría de los casos. La Peña de los Enamorados fue indudablemente el germen del complejo tumular que ahora nos fascina. El sol no puede más que bañar su atrio en el solsticio de verano, revelándonos el complejo detalle de la disposición de cada elemento pétreo que lo conforma. Nada se debe a los caprichos del azar.

Momento de la inauguración del museo
Momento de la inauguración del museo

Viera se halla orientada a la salida del sol en los equinoccios de primavera y otoño. En los últimos años hemos avanzado documentalmente, para verificar cómo la construcción primigenia lograba canalizar el sol hasta la misma entrada de la cámara funeraria, estableciendo una clara frontera entre la vida y la muerte, el sol y la penumbra. Nada es casual ni obedece a la arbitrariedad. La dificultad estriba en ver, con la óptica del hombre actual, la simbiosis primigenia con los elementos generadores de vida y que se muestran alejados de nuestra mirada en el S XXI. Atestiguar estos fenómenos fotográficamente fue la pauta de cada paso que se diera. De este modo, se recreó la entrada original de una manera efímera, para poder vivenciar un fenómeno único de luz y de silencio que había permanecido oculto miles de años.

La Peña de los Enamorados
La Peña de los Enamorados

El Romeral, con el túmulo de mayores dimensiones del Conjunto y que cierra mil años de historia constructiva en la Vega de Antequera, dirige su eje hacia el Torcal, primera morada del hombre neolítico, que encontró cobijo en la cueva del Toro. Centenares de años después de la construcción de Menga servía de referente para dirigir la entrada de este Tholos a un hito terrestre, volviendo a romper esquemas celestes preestablecidos.

Hay imágenes que encierran gran complejidad técnica para captar, por ejemplo, los tres túmulos en el momento de la salida del sol, inaugurando las 4 estaciones, en los que se ha tenido que elevar la cámara varios metros por encima del suelo. También han necesitado, en ocasiones, de un revelado complejo, para poner en papel lo que la física del sensor de la máquina fotográfica le impide captar con la naturalidad que la ven nuestros propios ojos.

Panorámica del sitio
Panorámica del sitio

Este proyecto, que nació hace varios años, ha ido creciendo en intensidad y ha generado, a su vez, proyectos paralelos, como el de la musealización de las tres rejas que cerraban los dos dólmenes y el tholos. También se ha iniciado la recreación efímera de los cierres originales en el dolmen de Menga y Viera para poder recrear el efecto solar primitivo en el solsticio de verano y los dos equinoccios. De este modo, fotografías clave de esta colección han buscado captar y mostrar el efecto que consiguieron con la colocación de cada ortostato y cobija encauzando los rayos solares en la dirección correcta. El sol, que marcaría el ritmo de siembra y recolección de cada cosecha y el ciclo de sus vidas.

Vista del museo
Vista del museo

Fotografías de Javier Coca y Laima Druknerytė